martes, 17 de marzo de 2009

EL ASEO DEL BEBÉ

CONSEJOS PARA EL ASEO DE TÚ BEBÉ

-El baño:
El baño del recién nacido debe ser diario pues su piel necesita mantener unas buenas condiciones higiénicas. La piel del bebé transpira notablemente y además tiene una gran capacidad de absorción, por lo que deberemos mantenerla lo más limpia posible. Dependiendo del médico consultado nos indicará que los baños pueden iniciarse desde los primeros días, o que es mejor esperar a que se produzca la cicatrización del ombligo. El momento del día elegido para el baño del bebé dependerá ya del horario de los padres, aunque hay que tener en cuenta que un baño nocturno actuará como un sedante. Eso sí, el baño deberá ser antes de la comida.
-Cuidados de la piel:
La mejor forma de limpiar la piel del bebé es recurrir a un buen jabón natural y aclarar muy bien con agua. Las leches limpiadoras, tan de moda en nuestros días, a la larga pueden resultar perjudiciales para la piel del bebé si se usan en exceso.
-Cuidados de las uñas:
Durante el primer mes de vida del bebé lo mejor es no tocar demasiado las uñas del recién nacido ya que hay riesgo de dañarlas. Solo deberemos recortar, con sumo cuidado, aquella que veamos puntiaguda y que por tanto suponga un riesgo de que el bebé se arañe por accidente. Deberemos recortar la uña de forma redondeada y no demasiado corta.
-Cuidados de la nariz:
Para limpiar las fosas nasales del bebé recurriremos a algodón enrollado, que podemos humedecer en suero fisiológico, pero nunca a los típicos bastoncillos para las orejas.
-Cuidados de las orejas:
La limpieza de las orejas del recién nacido debe hacerse con algodón enrollado y seco. Debemos prestar especial cuidado en no introducir el algodón demasiado causando daños accidentalmente. Tampoco conviene usar los bastoncillos de algodón con un bebé pues se tiene la tendencia a hundirlo en exceso.
-Cuidado de los ojos:
Para limpiar legañas, o restos de suciedad en general, utilizaremos un pequeño algodón impregnado en suero fisiológico limpiando suavemente el ojo desde el ángulo interior, la zona más cercana a la nariz, y siempre hacia afuera de forma que la suciedad se aleje del ojo.

E. Prado


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